La psicopatía es un gran misterio actual, en la medida que el mal es para el hombre algo incomprensible. Por lo visto, es éste un oscuro pasajero del ser humano que lo ha acompañado desde los orígenes de la humanidad, sembrando dolor y sufrimiento de diferentes formas e intensidades, y rellenando una galería de horrores tan grande que resulta prácticamente imposible llevar cuenta aproximada de ella. Podría caerse en la tentación, no obstante, de dividir a esta humanidad entre personas que sufren y personas que hacen sufrir, pero en realidad casi todos nosotros somos al mismo tiempo personas que han hecho sufrir y personas que han sufrido. Sin embargo, hay seres que solo producen daño. Una raza de esta clase son precisamente los psicópatas. ¿Qué son, por tanto, los psicópatas? ¿Puede la ciencia hacer frente a esta plaga? ¿Tienen la psiquiatría y la criminología herramientas suficientes para revertir este mal? ¿Qué puede aportar la religión acerca de los psicópatas? En el presente libro, El psicópata y sus demonios, he tratado de responder a este tipo de preguntas.
La psicopatía es un fenómeno que en las
últimas décadas ha recibido una atención espectacular por parte del público.
Los especialistas hablan de un tipo de individuo capaz a menudo de lo peor y
con una personalidad especial que lo convierte en la manifestación del mal sobre la tierra. El cine y
la literatura, sin ir más lejos, se han hecho eco de estos sujetos y los han
convertido en protagonistas de sus obras. De esta manera, se comprende
perfectamente que hoy, en el imaginario colectivo, aleteen con fuerza iconos
como los de Hannibal Lecter (El silencio de los corderos), Patrick Bateman
(American Psycho) o Dexter (de la reciente serie homónima). Una clase de
hombres, como decíamos, que los psiquiatras, psicólogos y criminólogos de todo
el mundo coinciden en que son reales y viven entre nosotros.
De entrada, sin embargo, no todos los psicópatas son asesinos en serie. Estos,
en realidad, son muy pocos. El resto son denominados psicópatas integrados, es
decir, aquellos que pasan desapercibidos, haciendo igualmente que las vidas de
las personas que entran en contacto con ellos sean un verdadero infierno.
Obviamente los psicópatas más populares y mediáticos son los asesinos en
serie, tipos como Ted Bundy, Richard Ramírez y un etcétera tan largo que
estremece.
Con todo, de este mal se desconoce su
origen, su cura resulta una quimera, y las ciencias de la conducta andan totalmente
perdidas en un laberinto indescifrable sin saber cómo contrarrestar este
trastorno de la personalidad, esta anomalía de la mente, o sencillamente esta
enfermedad del alma. Las dimensiones del misterio son en cualquier caso
colosales. Y sus implicaciones tan hondas, que afectan incluso a las raíces de la bien
fundamentada religión cristiana.
En mi opinión, finalmente, una aproximación religiosa
a este misterio puede orientar el problema y aportar mayor luz que la arrojada
hasta la fecha por las ciencias de la conducta.
*Ver: «El error de las ciencias de la conducta».